domingo, 12 de mayo de 2019

Diario de la "Semana blanca"-2019

Diario de una "Semana blanca":

Cinco días en Grandvalira------Nicolás Botas Bernardo-4º-ESO-C

Grandvalira, situada en la parte este de Andorra, es la estación de esquí más grande de los Pirineos y del sur de Europa. Cuenta con 210 kilómetros de pistas repartidas en seis sectores, de los que nosotros utilizamos tres: Canillo, Soldeu y El Tarter. La estación ofrece muchos servicios relacionados con el ocio y los deportes de invierno: tiendas de alquiler de material, restaurantes, cafeterías, terrazas, una zona Wi-Fi, snowparks, etc.
Aunque este año no tenía tanta nieve como en otras ocasiones, esta estación es un paraíso para los amantes del esquí y el destino tradicional de la semana blanca del IES Aramo, actividad extraescolar programada para los alumnos de 3º y 4 de la ESO.
Aunque algunos de los alumnos de 4º ya habíamos realizado la actividad el año pasado, la semana previa a la salida estábamos tan nerviosos como los que participaban por primera vez, y no es para menos, íbamos a estar una semana fuera de casa, con lo que ello significa. A continuación, haré un pequeño relato, en forma de diario, del viaje de este año.
Día 1: Viaje y alojamiento
Este fue el día más pesado y aburrido del viaje sin duda alguna. Todo empezó a medianoche, cuando partimos de Oviedo hacia nuestro destino. Lo que era una primera parte del viaje destinada a dormir, se tornó en un infierno gracias a nuestros gritos y al volumen descontrolado de la música. Fue sobre las cuatro de la mañana cuando las cosas se calmaron permitiendo unas escasas cuatro horas de descanso. A las ocho, el sol que penetraba por las ventanas ya no nos dejaba conciliar el sueño. A pesar de todo, el resto del viaje fue más tranquilo. Sobre las doce y media de la mañana llegamos a Andorra y paramos a comer en un centro comercial a las afueras del pueblo. Después de comer subimos a las pistas a alquilar el material de esquí. Una vez terminada la elección del equipo y su almacenamiento en las jaulas correspondientes, bajamos al hotel a repartir las habitaciones, aprovechando después para descansar un poco en ellas. Finalmente, sobre las ocho, bajamos a cenar y a hablar sobre el plan del viaje, especialmente del día próximo. A las nueve y media ya estábamos todos, o casi todos, groguis en la cama.
Día 2: Nuestro primer día en las pistas
Después del ajetreo del día anterior, el segundo día fue mucho más relajado, aunque lo comenzamos con el madrugón necesario para estar a las ocho menos cuarto desayunando y quince minutos después en el autobús. Una vez en la estación, cogimos el material guardado en las jaulas el día previo y subimos en una telecabina a las pistas, donde nos esperaban los monitores, listos para dividirnos en grupos. A las diez comenzó la prueba de nivel, mediante la que, en poco más de media hora, nos dividieron en cuatro grupos. Mi grupo estuvo practicando técnica en pistas sencillas hasta el fin del cursillo a las doce. Luego, tuvimos media hora de esquí por nuestra cuenta para llegar a la una menos veinte al "restaurante" donde comeríamos. Las raciones, como era de esperar, escasas, fueron devoradas rápidamente, y a la una, ya estábamos listos para afrontar dos horas de esquí libre hasta las tres. En la sesión vespertina del cursillo, a pesar de tener solo una hora, nos movimos por varias pistas culminando un día espectacular de esquí. A las cuatro bajamos todos a la jaula para dejar recogido el material y partimos hacia el palacio de hielo situado en Canillo. Allí pudimos disfrutar de la sensación de deslizarse sobre el hielo en la pista olímpica, de 1800 m² (60 x 30 m), pero no durante mucho tiempo, apenas tres cuartos de hora. Después fuimos directos al hotel donde nos dimos una ducha relajante antes de cenar. Este día resultó el más accidentado de los cuatro de esquí, con varias caídas, alguna de las cuales tuvo cierta relevancia.
Día 3: A disfrutar de verdad
El segundo día de esquí fue mucho más tranquilo que el primero y transcurrió de manera similar, aunque con menos prisas para subir a las pistas. El cursillo matinal, mucho más provechoso y entretenido que el día anterior. A las cuatro, como todos los días, bajamos a guardar el material y nos subimos al autobús para bajar en dirección al hotel. Cuando llegamos, dispusimos de un tiempo para duchas y luego aprovechamos para dar una vuelta de dos horas por la ciudad de Andorra, unos con el fin de conocerla un poco y otros para comprar algún recuerdo. Después de la cena, bastante cansados, nos recogimos en la habitación, aunque algunos compañeros todavía se encontraban con fuerzas para estrechar lazos de amistad con grupos de otras zonas de España que se alojaban en el mismo hotel.
Día 4: El día más completo
Este tercer día de esquí fue prácticamente calcado al anterior. A las cuatro bajamos rápidamente al hotel, y después de dejar el material, nos acercamos caminando hasta el centro termo-lúdico de Caldea. En sus fantásticas instalaciones pudimos relajarnos después de una gran jornada de esquí. Había mucho donde elegir: lagunas, jacuzzis, baños, saunas y, sobre todo, la piscina exterior de agua cálida… Nos relajamos y divertimos de lo lindo, recargando pilas para afrontar al día siguiente nuestro último día de esquí.
Día 5: Adiós a las pistas y viaje de regreso
Este día fue, en cuanto al esquí, el más raro de todos debido a que hubo un cambio de hora del cursillo a causa de nuestra marcha. La mañana fue muy parecida a días anteriores, pero después de comer solo disfrutamos de una hora escasa de esquí porque el cursillo de tarde se tuvo que adelantar una hora. Como era de prever, los monitores nos dejaron al lado de la jaula a las tres para que pudiéramos devolver pronto el material y bajar al hotel a cambiarnos. Una vez en él, los empleados nos habilitaron una sala para el cambio de ropa de esquí a ropa de calle, más cómoda para el viaje. A las seis el autobús nos vino a recoger a la puerta del hotel e iniciamos el regreso hacia tierra santa. Hicimos prácticamente las mismas escalas que en la ida, con una más larga para cenar. Finalmente llegamos a Oviedo el sábado, sobre las siete de la mañana, agotados, con hambre y con sueño. Aunque varios compañeros regresaron con alguna que otra magulladura, creo que casi todos pensamos que fue una buena experiencia.
El día después: yo repetiría
Este viaje ha sido espectacular. En él, los amantes de la nieve han podido disfrutar de lo lindo de cuatro días de sol en una estación con unas pistas maravillosas. A esto debemos añadir que todas las actividades posteriores al esquí nos lo han hecho pasar mejor aún y, sobre todo, la semana ha propiciado una pequeña desconexión en un largo y agotador segundo trimestre. Sin embargo, como en toda actividad, hay algún aspecto negativo que, aunque no merma la diversión que proporcionó el viaje, merece reseñarse: por ejemplo, la comida, con raciones muy escasas y en general, de mala calidad, los largos viajes de autobús o el ajetreo de los horarios estrictos. No obstante, yo repetiría.
Nicolás Botas Bernardo-4º-ESO-C



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